martes, 3 de abril de 2007

Jerusalem

La Hermandad Penitencial de Stmo. Cristo de la Buena Muerte se fundó en 1974 y el "Jerusalem" no comenzó a cantarse hasta 1983. No es de las de rancio abolengo y me da igual. Verla pasar iluminada por sus teas de parafina (se aprende mucho leyendo) mientras cantan el "Oh Jerusalem" me retrae a la Edad Media, a unos siglos "oscuros" donde los hombres temían tanto a la vida como a la muerte y se debatían entre el amor y el temor de Dios.

Durante muchos años fui habitual de la plaza de Santa Lucía, donde tiene lugar el cántico "oficial". Este año nos soplaron que también cantan al pasar por el Arco de doña Urraca y para allá que nos fuimos. Mi reacción es la misma cada año. Cada vez que oigo "Jerusalem, Jerusalem", sonrío, y cuando las voces se desdoblan en el "convertere, convertere" para unirse de nuevo "ad dominum deum tuum" me entra un escalofrío. Y cuando las voces se superan unas a otras, ascendiendo y repitiendo "si est dolor sicut dolor meus" como queriendo alcanzar el cielo, me imagino a los cofrades como hombres medievales caminando en una oscuridad no solo física, asustados en busca de perdón y misericordia. Por supuesto, no hablo de religión, ni siquiera de historia, sino un miedo y un deseo muy humanos. Y siempre pienso, para completar los anacronismos y los errores, que así debió ser el "Miserere" que imaginó Bécquer. Y sé que "nuestro" Miserere en realidad es el jueves, pero no me impresiona tanto.


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