Pues mireusté, el problema básico es que empiezan defendiendo unos supuestos derechos individuales que -porque yo lo digo- están siempre por encima de los colectivos, pero que mira por dónde de enarbolan defendiendo a colectivos que hablan “la lengua común”, la comunidad castellanohablante, etc. etc.
Y se intenta confundir el derecho -que lo es- a que cualquier persona pueda ser atendida en uno de los dos idiomas oficiales por la Administración (pero no oigo yo quejas a la nula presencia del catalán y de ese derecho en la Justicia, por ejemplo) con el inventado derecho que se supone que tienen los padres de escojer la lengua en que educan a sus hijos. No señor, ese no es un derecho de los padres. Unos padres no tienen derecho a que su hijo crezca en inferioridad de condiciones respecto a los demás niños. Igual que un padre no puede prohibir a su hijo que estudie biología por ser creacionista o que no estudie informática porque está hasta los cojones del Windows. El derecho individual de las personas –los hijos, no los padres- es el de recibir una educación de calidad. Y los criterios pedagógicos los marca la Administración. Y como entre los objetivos pedagógicos está el que se acabe la enseñanza obligatoria con una competencia lingüística similar entre castellano y catalán, el método empleado para ello es el de establecer como lengua vehicular de la enseñañnza el catalán. Con buenos resultados en este sentido, aunque mejorable.Si usted está de acuerdo en el objetivo pedagógico “que se acabe la enseñanza obligatoria con una competencia lingüística similar entre castellano y catalán” debería estar de acuerdo con la inmersión lingüística pues es el único método conocido que alcanza el objetivo.
Si es que no, está en su derecho, pero no me venga con que usted defiende el bilingüismo. usted defiende -como los firmantes- que els castellano debe estar en una situación de supremacía respecto a las demás lenguas “regionales” y que nadie debería ser “obligado” a aprender ninguna de esas lenguas ni por cuestiones de trabajo, ni de funcionariado , ni por ser juez o notario. Dicen que es una discriminación y un atentado al derecho individual de un juez, por ejemplo, el que tenga que “aprender a entender” -ojito, sólo eso– el catalán si viene a trabajar a Cataluña. Perfecto. Pero entonces… ¿dónde queda ese derecho enarbolado por los arribafirmantes de que cada ciudadano debería ser atendido en cualquiera de las dos lenguas oficiales?.
Supongo que debe ser que el derecho a ser atendido en castellano debe ser un “derecho individual” y el de serlo en catalán uno de esos malos y provincianos “derechos colectivos”. Y encima, para tocar los cojones, si ya todos entendemos la “lengua común”… ¿no?
Dificl hablar de esto sin que salten los tópicos de ambas partes. El castellano no está en peligro, pero si que hay administraciones que ponen dificultades a su uso. Yo he vivido en cataluña, no hablo catalan, y nunca he tenido el más mínimo problema.
Pero mi novia (que es extranjera y habla 5 idiomas) quiso sacarse el título de monitor y no pudo porque las clases sólo son en Catalán, y si alguien dice que también las hay en castellano, miente.
Y otra amiga suya (tambien extranjera, aunque esta solo habla 4 idiomas) tubo que verse obligada a hacer un examen en catalán en la universidad. En el resto de asignaturas no tubo problemas en hacer los examenes en castellano, cierto, pero estas cosas pasan, poco pero pasan.
Es demasiado dramatizar y gritar el ‘España está en peligro’ de los frimantes del manifiesto. Pero también es absurdo echarse la manta de ‘Aquí todo va bien y el que diga lo contrario es un fascista’. La realidad es la que es y se debe estudiar caso a caso.
Nunca he tenido el menor problema con el idioma: lo entiendo perfectamente y nunca lo he necesitado para trabajar. Con algunos clientes puedo tener conversaciones bilingües (ellos me hablan en catalán, yo a ellos en castellano, y tan amigos), pero nunca me han supuesto problema ni perder posibles trabajos. Tengo novia catalana, hablamos en castellano porque nos conocimos en castellano, pero hablamos en catalán (en la intimidad, como dijo uno de los que ahora claman contra la ruptura lingüística del país) si surge la oportunidad. Y no hay el menor problema.
Ahora bien, sé que tengo crudo el acceso a varios posibles trabajos. No puedo prepararme unas oposiciones porque me exigen el nivel B o incluso el nivel C de catalán. Esto sería comprensible si se tratara de oposiciones a cuerpos y escalas de cualquiera de las administraciones públicas catalanas (bibliotecas, por ejemplo); peeeeero el problema es que también se me exige el catalán para sacarme oposiciones de administraciones públicas estatales (Oficiales de Justicia, por ejemplo). El Consorci per la Normalització Llingüistica tiene cursos, muy buenos por cierto, pero funcionan en plan estafa piramidal: si te quieres sacar un nivel, tienes que sacártelo en tres trimestres; el primer trimestre te cobro equis, el segundo trimestre te cobro dos veces esa cantidad y el tercero te cobro tres veces la cantidad inicial. Total, que para obtener un título oficial (estoy en ello) que te capacite para acceder a una escala de administrativos, te puedes pasar uno o dos años y pagar un pastón acojonante, en lugar de, se me ocurre, pagar unas tasas de matrícula y presentarse a un examen por el turno de acceso libre. Porque el Consorci lo vale.
La política lingüística supuestamente disgregadora del Tripartit es muy discutible, pero viene de lejos. Siempre que puedo saco a colación el amago de multa de 100.000 pesetas que sufrió una librería vinculada con mi anterior trabajo: no tenía el rótulo en catalán. La solución fue poner un rótulo bilingüe que decía casi lo mismo: “Librería Gigamesh / Llibreria Gigamesh”, con el subtítulo “Vicio y subcultura / Vici i subcultura”. Cien mil pelas por… veamos… una ele, quitar un acento, quitar una o y cambiar una y por una i. Buen negocio.
Esto ocurrió en el año 2000, cuando gobernaba CiU en solitario y Aznar hablaba en catalán en la intimidad.
Así que vamos, no fastidiemos: el problema viene de lejos, y tiene narices que los que lo propiciaron hace años se lleven ahora las manos a la cabeza. El resumen es el que comenta bat: ni España se rompe ni la situación es idílica. Le pese a quien le pese: a los ultras peperos, por pintar un panorama catastrofista que no hicieron nada por remediar cuando necesitaban pactar con CiU, y a los nacionalistas catalanes, porque, mal que les pese, existen medidas que terminan plasmándose indirectamente en una discriminación, sutil, pero discriminación.
La única conclusión razonable hasta ahora es que los de a pie nos estamos dejando enredar una vez más (y con mucha pasión, yo el primer pecador) en un debate que no es tal y que, en la mayoría de los casos ni nos va ni nos viene.
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