domingo, 15 de junio de 2008

Inmigración educativa

Se van a plantear reformas sobre la Ley de Extranjería (tendiendo a la restricción). Vienen vacas flacas y no hay para todos. Lo que me ha llamado la atención, y quiero decir que me ha sorprendido porque no esperaba algo así, es que se plantee:

la conveniencia de que la reagrupación familiar de los menores en edad escolar se produzca obligatoriamente a principios de curso. El ministro opina que la llegada de esos muchachos a lo largo de los 365 días del año genera una fuerte presión sobre la escuela, que debe adaptarse, mal que bien, a continuas incorporaciones. "Viví ese problema en L'Hospitalet cuando era alcalde", argumenta, "y creo que merece la pena intentar articular una solución, de acuerdo con la comunidad educativa".

Creo que es obvio que, desde el punto de vista académico-pedagógico, la idea es una maravilla (me temo que no se verá tan bien desde otros puntos de vista). Sobre todo, si la medida es ministerial y no permite meter demasiada mano a las autonomías. Que ésa es otra, cómo llegan a desvirtuar a voluntad y conveniencia según qué cosas (la Educación para la Ciudadanía en inglés de la Comunidad Valenciana es de chiste, pero las hay más sutiles y tortuosas). A lo que íbamos, los alumnos inmigrantes generan problemas en el sistema educativo: llegan en cualquier momento del curso (alguno puede matricularse en junio), sin correspondiencia entre los curriculos (cuando tienen la suerte de tener un expediente académico), y con desfases muy significativos (chicos de diecisiete al nivel de nuestro quinto o sexto de primaria). Y eso, cuando son hispanohablantes. Soluciones hay, pero medios no. No sé si porque no se puede o porque no se quiere. Además, cada comunidad hace de su capa un sayo en cuanto al modo y forma de afrontar el problema. Y Castilla y León no funciona demasiado bien en este sentido. Más bien al contrario.

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