Recién llegadito de Pucela el domingo por la tarde, de un congreso sobre "el español sobre un mundo global", leía plácidamente El Mundo en "formato analógico" (me encanta que me den periódicos en el hotel, soy así de triste a veces), y me encotré con el obituario de Alejandro González Varona, que yo no sabía quién era y que fue el presidente del Estudiantes cuando este equipo (de baloncesto, hablo) vivió los años locos de la "demencia" y a punto estuvo de ganar muchas cosas. Ganó algunas, pero eran el Atlético de Madrid del basket. El hermano pobre, y sin presupuesto, del equipo grande de la capital. Sin un duro, y tirando de la cantera del Ramiro (el instituto Ramiro de Maeztu), Alejandro González Varona los puso en la élite del baloncesto español. Alejandro ha muerto y en el obituario de El Mundo, alguien (que no firmaba) escribía unas líneas que me recordaron una sensación de hace algunos años.
La fórmula era aplicar el descaro de los que no tienen nada que perder y mucho que ganar. Jugaban a la yugoslava y se divertían como indios tratando de invertir la lógica y llamando a Dios de tú. Si otros tuvieron el poder, ellos jugaron con la poesía. Fueron tan insolentes que pellizcaron el milagro.
La fórmula era aplicar el descaro de los que no tienen nada que perder y mucho que ganar. Jugaban a la yugoslava y se divertían como indios tratando de invertir la lógica y llamando a Dios de tú. Si otros tuvieron el poder, ellos jugaron con la poesía. Fueron tan insolentes que pellizcaron el milagro.
Ay (suspiro mientras me froto la barriguita) qué tiempos aquellos.
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3 comentarios:
qué tiempos aquellos y que genial que alguien describa así tu trabajo y tu esfuerzo, preciosas palabras....
*- qué?vamos a echar unas canastas?te acordarás?
oye, tú sabes cómo se pone en hora el blog??porque el mío está tururú!
Qué palabras tan preciosas. Sutilmente describen la épica de aquellos años. Mi hermano y yo siempre lo hemos dicho: hay más belleza en la derrota.
Julio.
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